sábado, 13 de febrero de 2016

Cada mañana...

Cada mañana las mismas miradas, gestos, palabras. Todos los días me encontraba lo mismo. Gente que bosteza, personas con cara de llegar tarde, despedidas en un andén. A pesar de que se tratara de personas distintas, todo, cada minuto en aquella estación parecía exacto.
Hacía mucho tiempo que no montaban en tren, tanto que ni lo llegaba a recordar. Poco a poco estaba volviendo a sus encantos, al sueño placido que siempre me despierta en el momento justo, como si tuviera una pequeña alarma interior, como si mi cuerpo supiera los minutos pendientes o también sirve para observar a las personas que se encuentran en cada estación de paso, seres humanos como yo, con diferentes preocupaciones pero con actitudes similares.
El mundo giraba alrededor de unas vías, llenas de historias, encuentros, rupturas, amor, tristeza... infinidad de historias tenían lugar cada día, donde hoy me encuentro sentada, y lo mejor de todo que seguirán sucediendo, a pesar que yo no este, que nunca vuelva a estarlo. El mundo sigue su curso. Somos una gotita de mar en el océano.
Por ejemplo el chico que se encuentra enfrente mío, no sabe que existo, que por casualidad coincidimos en el mismo vagón, a la misma hora, y seguramente no volvamos a vernos. Cada uno seguirá su camino, como si nada. Su mundo es paralelo al mío, y a mí no me importa, puede que después de este recorrido le sucedan cosas maravillosa, o quizás las peores de su vida, que sé yo. Solo sé que la vida continua, no se detiene más de 3 minutos en una misma estación. Los que se bajan del mismo, son remplazados por los que acaban de subir, y aunque no lleguemos a tiempo a cogerle, y tengamos otra oportunidad, puede que lleguemos tarde, o no. Nunca podremos saber si en realidad estuvimos a la hora exacta en el lugar indicado. Hoy todo eso da igual, solo sé estoy en mi tren, en mi lugar, y lo demás lo pensaré más tarde


No hay comentarios:

Publicar un comentario